domingo, 27 de septiembre de 2009

Impresiones del Viaje a Mendoza


Hola, ¡cómo se nota que ya volví!. En realidad era para contarle un poquito del viaje y de algunas cosas interesantes que vi.

En resumen, estuvo BUENÍSIMO. Me encantaron las excursiones, el lugar era increíble y el tiempo estuvo divino. Me sirvió mucho para conocer a gente con la que generalmente no hablo en el cole, y para reírme mucho con todos. Entre las cosas interesantes que pude ver, hay algunas de interés biológico. La flora del lugar es algo fascinante de ver y analizar, por la complicada fisiología que la evolución le proveyó a través de los miles de años; los cactus me encantaron, ¡Y había muchísimos! El más grande que vi era de una altura de 1.80 m (aprox). Era impresionante como variaban las especies vegetales según su disposición. A la vera del Atuel crecían árboles que desarrollaban una altura de casi 15 metros, diferenciándose mucho con las plantas que crecían... ¡a diez metros! que aunque parece una distancia insignificante era fundamental porque ahí las raíces ya no tenían acceso al agua del río, y adquirían todas las características de las plantas del desierto, especialmenete diseñadas para evitar la pérdida de agua cuando ésta falta y aprovecharla al máximo cuando está presente. El primer día hicimos un trekking y por la disposición de las plantas me di cuenta de que estábamos siguiendo el lecho de un río (estaba completamente seco). Esto último es algo que me llamó bastante la atención, ya que en esta época es cuando el caudal de los ríos es mayor, por el deshielo. Supongo que puede estar retrasado, o a lo mejor no es un río de deshielo; si llega a ser así, tiene bastante lógica, ya que el guía me dijo que hacía casi un año que no llovía en la zona.

Además, fiel a mi instinto saqueador, me traje un montón de rocas. Me impresionó el proceso erosivo de las montañas, que indica la antiguedad que tienen. En una cueva vimos estalagtitas y estalagmitas, que todavía eran muy chicas, pero que debían tener unos cuantos cientos de años. Finalmente, conseguí algunas piedras pómez cuando hicimos la flotada, y la más grande es del tamaño de un puño; fue increíble encontrarme con esas rocas tan livianas, y ni hablar cuando vi que flotaban. Además de eso, de las piedras que me traje, las más vistosas tienen vetas de mica, y están realmente muy buenas. Necesitan una lavada, porque me las traje con tierra y todo, igual que toda mi ropa y hasta mi bolso, que vinieron con un kilo de polvo mendocino (¿me quiere decir dónde y cómo se llenó de mugre mi bolso si no lo saqué de la habitación?). Supongo que es parte de la magia del desierto...

Beso grande, nos vemos el lunes

-Emilia